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Amy - Homeless in Salida

Written by Megan Juba 

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“I felt I was headed for a mental breakdown,” says Amy matter of factly. Details about all the events that led up to when she first became homeless eight years ago are sometimes blurry. There is an endless series of temporary places to sleep, miscommunications, impossible situations and choices. Amy pulls her shoulders up scrunching her face and holds her hands up in exasperation. She directs this to the many people who’ve taken advantage of her, but also seems to be asking the universe. “Screw me over…. Why?” hangs with irritation.

 

Her biggest challenge is her mental and physical health. She deals with depression and anxiety and has three compressed discs in her neck that have caused nerve issues in her hands and arms. After being misdiagnosed several times she hit a low point and found herself “curled up in a ball on my bathroom floor, tears pouring out of my eyes and hurting so bad I could barely even squeak.” She thought, “I’m hurting so bad and I need to work. If I can’t work I am…out of everything.” She works at Safeway, but working long hours exacerbates her health issues and making too much money disqualifies her from Section 8 or affordable housing.

 

Currently, Amy has been sleeping across the railroad tracks tucked under an umbrella-like tree in a tent with all of her belongings. Sleep is elusive–the weather is unpredictable, lots of noise, a bear pillages through food left out or she has nightmares. Each morning she packs up everything she can. Her arms are mapped with bruises from the bags that hang there. Under a tarp, the rest of her belongings are left exposed to the elements and theft (which is plenty). She goes to the Resource Center every day for food. On different days, in various places, she gets grocery gift cards, clothing, a shower or assistance filing paperwork for housing or food. Then, she goes to work ‘til 9pm and back to her tent. Day in, day out.

 

“I need to really get to where I’m taking care of myself first and then helping others, instead of helping others with literally everything I have then not having anything. That is one of the reasons that I got into so much trouble and wound up homeless. I don’t want to lose that [generosity].” Tears catch on the edge of her lids, she rubs them with the back bend of her knuckles. Her heart is big. “I think, how am I going to take care of you if I don’t take care of myself first?”

Escrito por: Megan Juba

Título: Sin hogar en Salida

Cita a destacar: “Necesito realmente estar donde yo cuide primero de mí misma y luego ayude a los demás”

“Sentí que iba hacia un colapso mental”, dice Amy claramente. Los detalles sobre los eventos que la llevaron a quedarse sin hogar por primera vez, hace ocho años, a veces son borrosos. Hay una serie interminable de lugares temporales para dormir, errores de comunicación, situaciones y elecciones imposibles. Amy levanta los hombros frunciendo el rostro y levanta las manos con exasperación. Ella se refiere a las muchas personas que se han aprovechado de ella, pero también parece preguntarle al universo. "Joderme otra vez…. ¿Por qué?" persiste con irritación.

 

Su mayor desafío es su salud mental y física. Lidia con depresión y ansiedad y tiene tres discos comprimidos en el cuello que le han causado problemas nerviosos en las manos y los brazos. Después de ser diagnosticada erróneamente varias veces, llegó a un punto muy bajo y estuvo "acurrucada en mi baño, lágrimas brotando de mis ojos y me dolía tanto que apenas podía chillar". Ella pensó: “Me duele mucho y necesito trabajar. Si no puedo trabajar estoy… fuera de todo.” Ella trabaja en Safeway, pero trabajar muchas horas empeora sus problemas de salud y ganar demasiado dinero la descalifica para la Sección 8 o para vivienda asequible.

 

Actualmente, Amy ha estado durmiendo por el área de las vías del tren, oculta bajo un árbol que parece un paraguas, en una carpa con todas sus pertenencias. Dormir no es muy fácil-el clima es impredecible, hay mucho ruido, un oso saquea la comida que queda o tiene pesadillas. Cada mañana empaca todo lo que puede. Sus brazos tienen moretones por las bolsas que cuelgan de ellos. Debajo de una lona, ​​el resto de sus pertenencias quedan expuestas a la intemperie y al robo (que pasa mucho). Ella va al Centro de Recursos cada día por comida. En días diferentes, en varios lugares, consigue tarjetas de regalo, ropa, ducha o ayuda para completar trámites de vivienda o comida. Luego, ella va a trabajar hasta las 9 p.m. y regresa a su carpa. Un día sí y el día siguiente también.

 

“Necesito realmente estar donde yo cuide primero de mí misma y luego ayude a los demás, en lugar de ayudar a los demás con literalmente todo lo que tengo y luego no tener nada. Esa es una de las razones por las que me metí en tantos problemas y terminé sin hogar. No quiero perder esa [generosidad]”. Las lágrimas se acumulan en el borde de sus párpados, se las frota con la parte posterior de sus nudillos. Su corazón es grande. “Pienso, ¿cómo voy a cuidar de ti si no me cuido a mí primero?”.

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