Kirsten Love
Written by Luz Stella Diaz
Kirsten Love lived in Durango, married, had a daughter. Her marriage was faltering, income was not reliable, and something needed to be done.
Noticing that young people in her life would approach her seeking counsel and how to process what they were experiencing, she considered social work (as a therapist). Lessons learned from her turbulent youth were also a factor, noting that “If it had not been for my counselors, those trusted role models that worked with me, and her father’s influence, I probably would have gone to jail.”
She enrolled in a master’s program doing clinical social work with the opportunity to become a therapist. “Doors and windows opened and she walked through the door”. It was a challenging degree, her beliefs were torn apart and she came back as somebody without judgment, who understands the worth of each person as an individual.
Simultaneously she went through a tough divorce, while facing additional challenges like living in her Volkswagen bus with her young daughter. She felt shameful. Fortunately, her father found out and offered help. Kirsten and her daughter moved to an apartment. Through the struggles she continued working and studying. On the plus side, her daughter was doing well, and Kirsten had developed a supportive network of friends.
Kirsten moved to Salida to accept a job with Chaffee County Mentors, which she considers “the number one preventive system for youth” the county has.
Years later, another employment possibility made her question her future as she felt “that I did not want to help people anymore”, but Kirsten, a woman with a killer smile and strong drive, does not wait for all-clear signals. Her diverse degree opens doors to different fields but it also functions in a system often set up to burn out people, use up eager graduates, and burn them out. Repeat.
She considered the position, believing that her skills and great leadership, could reinvigorate her drive and have a good partnership with Chaffee County Public Health. She is now a behavioral health navigator and coordinator, building and implementing a program that will help people gain access to services for mental health and substance use disorder treatment.
She also works as a therapist, strongly believing that the program made her examine her own issues and come to terms with her wellbeing. She applies these findings when helping others experiencing similar situations. Kirsten raised a brilliant daughter, enjoys nature, has a “100 percent good dog”, and says, “my childhood tribulations may have taken me on a bumpy ride but through hard work I really landed in an amazing place”.
Spanish Version
Kirsten Love vivió en Durango, se casó, tuvo una hija. Su matrimonio tambaleaba, ingresos no eran fiables y había que hacer algo.
Al darse cuenta de que jóvenes en su vida se acercaban a ella en busca de consejo y cómo procesar lo que sentían, consideró el trabajo social (como terapeuta). Las lecciones de su turbulenta juventud fueron un factor, señalando que “si no hubiese sido por mis consejeros, modelos a seguir, que trabajaron conmigo y la influencia de su padre, probablemente habría ido a la cárcel.”
Se inscribió en un programa de Maestría en Trabajo Social Clínico con la oportunidad de convertirse en terapeuta. “Puertas y ventanas se abrieron y ella entró por la puerta”. Fue un grado desafiante, sus creencias se desmoronaron y ella regresó como alguien que no juzga, que entiende el valor de cada persona.
Atravesó por un difícil divorcio, enfrentó situaciones como vivir en su Volkswagen con su hija pequeña y sintió vergüenza. Afortunadamente, su padre se enteró y le ofreció ayuda. Kirsten y su hija se mudaron a un apartamento. Continuó trabajando y estudiando. Viendo el lado bueno, a su hija le iba bien y Kirsten tenía una red de apoyo.
Se mudó a Salida para aceptar un trabajo con Chaffee County Mentors, que ella considera “el sistema preventivo número uno para jóvenes” en el condado.
Más tarde, otra posibilidad de empleo le hizo cuestionar su futuro, ya “que no quería ayudar más a la gente” pero Kirsten, una mujer con una sonrisa matadora y un gran empuje, no espera a que todo este despejado. Su grado abre las puertas a diferentes campos, pero también funciona en un sistema que frecuentemente se establece para desgastar a la gente, usar nuevos egresados y desgastarlos. Repetir.
Kirsten analizó la posición, considerando que, con sus habilidades y un excelente liderazgo, podría revitalizar su empuje y tener una buena asociación con el Departamento de Salud Pública del Condado de Chaffee. Ahora es una navegadora de salud conductual/coordinadora, creando e implementando un programa que ayudará a las personas a obtener acceso a servicios para el tratamiento de trastornos de la salud mental/abuso de sustancias.
También trabaja como terapeuta, cree firmemente que el programa la hizo examinar sus propios problemas, y aceptar su bienestar, aplicando estas lecciones cuando ayuda a personas pasando por situaciones similares.
Kirsten crio una brillante hija, disfruta de la naturaleza, tiene un perro que es “cien por ciento buen perro" y dice: "Las tribulaciones de mi infancia pueden haberme llevado en un viaje con muchos baches, pero con trabajo duro realmente llegué a un increíble lugar."